Todavía el común de las personas sigue creyendo que el autismo se presenta más en hombres que en mujeres. Sin embargo, los estudios plantean que las cifras son similares, la diferencia radica en que esa condición en el mundo femenino está subdiagnosticada porque posee características distintas a las masculinas.
La fonoaudióloga Angélica Silva, docente de la Universidad Santo Tomás, desarrolla su tesis doctoral sobre el autismo en mujeres y sus estereotipos para mejorar la atención sanitaria en este grupo de la población. Ella plantea que -entre otras razones-, el diagnóstico es tardío porque los instrumentos que se aplican fueron creados para evaluar a los hombres: “hay un sesgo de género tanto en la detección como en la forma cómo se manifiesta en las mujeres; tenemos mayores habilidades lingüísticas y enmascaramos más, entonces, es más difícil de detectar”, afirma.

Si no fueron diagnosticadas siendo niñas, prosigue, en la adultez las autistas tienen una salud mental más afectada por depresiones, trastornos ansiosos y alimenticios con una mala evolución, “porque no responden a la terapia tradicional de la misma manera que las no autistas”. Además, agrega que sus trayectorias laborales son complejas y precarizadas, por tanto, el diagnóstico en la adultez es relevante para lograr “una mejor calidad de vida y bienestar psicológico.”
¿Qué es el autismo?
Angélica Silva destaca que existe un estereotipo respecto a que el autista no interactúa socialmente. Sin embargo, explica que no es así, que los caracteriza una tríada que contempla dificultad en la comunicación social, pensamiento dicotómico y problemas sensoriales, porque el sistema nervioso central se satura y les provoca estrés, expresándose en hiper o hipo sensibilidad.
En ese sentido, destaca las palabras de una autista que le han permitido orientar su mirada: “`aunque no vaya, no dejes de invitarme´, porque no asistir tiene que ver con cansancio, con estrés o con demasiada estimulación, pero no significa que no quiera relacionarse”, cuenta.
La docente de la UST señala que realizó un pequeño estudio sobre qué expresan las autistas en redes sociales respecto a la atención en salud, para profundizar en las brechas. En este descubrió la insatisfacción con el sistema sanitario por falta de cobertura y de empatía: “la mujer diagnosticada como autista pasó por un largo proceso. Cuando llega al sistema de salud, lo primero que le dicen es que no es autista porque no lo parece, aflorando el estereotipo. Además, como el sistema aún no ha realizado ajustes razonables en su atención, se la califica como exagerada o neurótica por su hipersensibilidad”.

Agrega que es importante incluir el enfoque de género en la detección del autismo en salud primaria y que, si bien la Ley TEA (trastornos del espectro autista), está “muy alineada con lo que la OMS pide para la no discriminación con un enfoque de derechos, todavía le falta operacionalización”.
Concluye que hoy tanto el diagnóstico como el seguimiento de las y los autistas es un privilegio en el país, por la falta de cobertura. En ese marco, enfatiza, que se requiere incluir a los adultos porque todavía la mirada se orienta solo en el diagnóstico infantil.

