Con esta herramienta, los servicios de salud podrían contar con alertas para personas que presenten mayor riesgo y así intervenir oportunamente en sus hábitos y estilo de vida con el objetivo de evitar o ralentizar el inicio de la enfermedad.

En el mundo se registra un diagnóstico de demencia cada 3 segundos. De hecho, en lo que se tarda en leer esta nota, 30 personas habrán sido diagnosticadas con esta enfermedad. En América 10,3 millones de personas viven con demencia; la OMS calcula que para 2030 esta cifra habrá aumentado a 78 millones y para 2050 habrá 139 millones de personas diagnosticadas. 

En nuestro país, ya es la primera causa de discapacidad y dependencia en las y los adultos mayores. Según cifras del Ministerio de Salud, el uno por ciento de la población la padece y su costo basal es de 600 mil pesos versus la pensión promedio que no alcanza los 300 mil pesos por persona. Esto conlleva un perjuicio emocional, social y económico para las familias enfrentadas a la enfermedad con escasos o nulos apoyos de parte del Estado.

El incremento de la prevalencia de la demencia en el mundo y en Chile está determinado principalmente por el aumento de la esperanza de vida y el envejecimiento. No obstante, por las complicaciones que demanda para las comunidades es urgente encontrar formas de anticiparse al daño que produce. En este ámbito está trabajando la bióloga y directora del Centro de Investigación en Gerontología Aplicada de la Universidad Santo Tomás, Claudia Carvallo.

Claudia Carvallo

Para esta doctora en Neurociencias existe una relación entre enfermedades crónicas como diabetes, resistencia a la insulina e hipertensión y un mayor riesgo de padecer algún tipo de demencia. “Los estilos de vida y de alimentación que tenemos hoy definirán la forma en que envejeceremos y podrían aumentar o disminuir nuestras posibilidades de padecer demencia. En este sentido, enfermedades como la obesidad o la hipertensión pueden encender nuestro interruptor biológico y dar paso a un envejecimiento patológico”, dice.

Entender esta relación fue clave para iniciar el importante trabajo de Carvallo y su equipo en la pesquisa de biomarcadores tempranos de demencia que puedan señalar cuándo una persona tiene mayor riesgo de padecer esta enfermedad. Estos indicios están presentes en el historial clínico de cada paciente a través de su vida. “Estos datos serán analizados en el software que estamos desarrollando con un enfoque proteómico para determinar la composición, interacción y función de las proteínas en la transición de la salud a la enfermedad”, afirma. 

Con el desarrollo de esta plataforma informática, la académica de la Universidad Santo Tomás espera que los servicios de salud puedan generar alertas tempranas para personas que presenten mayores probabilidades de padecer alguna demencia. Esta información sería de vital importancia para intervenir estilos de vida y hábitos con el objetivo de anticiparse al daño y evitar el desencadenamiento de esta enfermedad y su enorme impacto en la vida de las personas y sus familias.