En 2023 entró en vigencia la ley que otorga al Ministerio de Obras Públicas la facultad de construir, directa o vía concesiones, desalinizadoras para el consumo humano. Ello hace suponer que habrá un mayor desarrollo de esta alternativa para que las comunidades con problemas puedan disponer de agua dulce. Ya se anunció una planta multipropósito en la Región de Coquimbo, donde la escasez de agua es la más grave a nivel nacional.

En el último Informe que entregó la Dirección General de Aguas, indica que siete embalses de la Región de Coquimbo se encuentran en volúmenes menores a un quinto de su capacidad. Para hacer frente a esa demanda, el Gobierno anunció que llamará a licitación para que se construya una desaladora en esa zona. Esta llegaría a cubrir 1.200 litros/segundo beneficiando a medio millón de personas y posibilitando el envío de agua a Ovalle.
Esta planta se encontrará operativa en 2029, pero también en esa Región se edificarán otras tres para abastecer a los Servicios Sanitarios Rurales, sumando en total una inversión de US$ 509 millones.
La demanda del agua
Las grandes mineras han sido pioneras en la construcción de las desalinizadoras que operan en el norte del país. De hecho, se proyecta que hacia 2031 un 53 por ciento de los recursos hídricos que usarán provendrán de agua continental y un 47 por ciento del mar. Ya el primer catastro efectuado por la Asociación Chilena de Desalación y Reúso (ACADES), destaca que, a marzo de 2023, había 22 plantas operativas con un potencial igual o superior a los 20 litros por segundo, 6 en construcción, 3 con aprobación ambiental y 12 en evaluación preliminar.
De las operativas, 9 proveen a mineras con una capacidad de 5.801 l/s, ubicándose entre Antofagasta y Atacama; otras 10 se usan en otras actividades industriales en las regiones de Antofagasta, Atacama, Valparaíso, Concepción y Magallanes. Además, existen 3 plantas producen agua potable en Antofagasta, Tocopilla y Atacama, con una capacidad de 2.221 l/s.
De las que se están construyendo, cuatro son para mineras, una multipropósito y la sexta es para agua potable (Desaladora Antofagasta). A su vez, hay 15 proyectos: 5 mineros, 5 multipropósito, 3 industriales y 2 para agua potable. Si todas funcionan se triplicaría la capacidad actual llegando a los 25.000 L/s en 2028.
Sin embargo, existe otra cara en la desalinización, sobre la cual advierten los científicos. Si se apuesta por su desarrollo debe tomarse en cuenta que el proceso genera salmuera, la cual se devuelve al mar.
Esa sal se deposita en el fondo marino, matando todo lo que esté cerca. Además, al ser dispersada por las corrientes daña los ecosistemas y altera las propiedades del agua. Es por ello, que se plantea que la escasez hídrica se enfrente de manera integral, en conjunto con otras medidas como mejor gestión del agua, conservación de ecosistemas, eficiencia en el uso y reuso, además de la desalinización. “Si me preguntan qué ocurriría si retornamos al mar las sales producto de la desalinización, mi respuesta es que se estaría realizando un impacto significativo, porque tenemos menos agua, pero más sal. Si este proceso es continuo y prolongado, lentamente el océano se puede volver más salado, ya que el ciclo hidrológico opera a un tiempo de recambio de 40.000 años”, explica Laura Farías, oceanógrafa del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia en la página web de esa institución.

